Hombre en su punto. No se nace hecho: vase de cada día perfeccionando en la persona, en el empleo, hasta llegar al punto del consumado ser, al complemento de prendas, de eminencias. Conocerse ha en lo realzado del gusto, purificado del ingenio, en lo maduro del juicio, en lo defecado de la voluntad. Algunos nunca llegan a ser cabales, fáltales siempre un algo; tardan otros en hacerse. El varón consumado, sabio en dichos, cuerdo en hechos, es admitido y aun deseado del singular comercio de los discretos.

Baltasar Gracián

Aforismo #6, El Arte de la Prudencia

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Tabla de contenido

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Reflexión

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Para los más jóvenes

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Referencias

Reflexión

En esta ocasión vamos a desgranar el concepto de madurez que Baltasar Gracián plantea en su sexto aforismo. Una análisis del concepto de madurez que, si bien podría ser extrapolado a cualquier ámbito vital, Baltasar parece enfatizar más en aquellos aspectos asociados con el desempeño laboral.

Pero, ¿cómo se reconoce a una persona que ha llegado a la plenitud de su madurez?. Según lo expuesto en el aforismo, 

  • “en lo realzado del gusto …”: a medida que vamos madurando, al igual que buen vino,  empezamos a desarrollar gustos más elevados y refinados. Sabemos apreciar sutilezas y complejidades que no eran antes tan evidentes. Un ejemplo puede ser la música. Muchas personas van refinando sus gustos en la música a la vez que maduran y miran hacia atrás con asombro cómo les pudieron gustar ciertos géneros musicales más “bastos” en su juventud. 
  • “… purificado del ingenio“: la inteligencia cristalizada, desarrollada durante años de continuo aprendizaje y mejora activa, alcanza su momento álgido en la madurez, cuando el individuo que ha estado atento a la corrección de sus áreas menos maduras, se ha dotado de estrategias y recursos que le han ayudado a encontrar el equilibrio en su vida personal y laboral.
  • “… en lo maduro del juicio”: La experiencia acumulada, que al igual que el diamante necesita tiempo para cristalizar, de lo contrario se convertirá en simple grafito, servirá de catalizador necesario para proporcionar la solidez intelectual necesaria para alcanzar la plenitud de la madurez. Pero esto no es solo dejar pasar el tiempo, de una forma pasiva. Necesita de una intención activa, de una voluntad clara de mejorar. Avanzar hacia un objetivo. En la dirección que nos hemos marcado. ¿Cómo saber cuál es esa dirección y si es la correcta? Mediante el conocimiento propio y una equilibrada valoración de nuestras fortalezas y debilidades. Nuestras virtudes y defectos. Desprovistos de un narcisismo que nos impida identificar los puntos a mejorar, y de un perfeccionismo excesivo que nos lastre a la hora de explotar nuestros puntos fuertes.
  • “… defecado de la voluntad”: Si, imagino la cara que debes estar poniendo, pero en su contexto lingüístico e histórico original, esto no quiere significar otra cosa que la limpieza de la voluntad (libre de impurezas y excrementos). Una voluntad clara y cristalina, libre de manchas. Una voluntad regida por una elaborada estructura ética y moral, que dirija la conducta de la persona madura. Esto se observa en la honestidad, la empatía hacia los demás, el altruismo, el desapego por lo efímero y la humildad. Un sentido elevado de la justicia, la amistad, la lealtad. Pero también una apertura hacia lo diferente, hacia lo distinto, sin el temor propio de la inmadurez intelectual. Sin prejuicios simplistas que sesguen la percepción, cercenando la riqueza que proporciona el pensamiento divergente. Que necesariamente debe ser divergente en su primera fase arbórea, para después converger usando la razón y la lógica.

Estos podrían ser los elementos que conforman la madurez a la que se refiere Gracián.  Se basan en una mejora constante, que no cesa completamente nunca. Salvo cuando se tiene la percepción errónea de que se ha alcanzado la perfección absoluta. Indicativo claro de que se ha tomado un camino equivocado. 

Para alcanzar este estadío de madurez es fundamental conocerse bien y ser consciente de aquellos puntos que son susceptibles de un ajuste más fino, buscando siempre ser la mejor versión de uno mismo. Para ello no se debe caer en un perfeccionismo exacerbado, obsesivo y negativo, un perfeccionismo paralizante, sino en una sana evaluación de nosotros mismo y de nuestro entorno que nos motive a mejorar sin obsesionarnos. Hay mucha belleza en la imperfección. El ser humano es imperfecto por naturaleza, y eso lo hace bello. El arte, como expresión humana, debe ser lo más perfecto dentro de lo imperfecto. Pero esto es un tema que merece ser discutido más en profundidad en un artículo dedicado.

Para los más jóvenes

La madurez es un proceso lento, que empieza desde que tenemos uso de razón y no termina nunca. Tan solo se acelera o desacelera. Se podría decir que la madurez es la derivada de la experiencia, y ésta a su vez la derivada del conocimiento. Un conocimiento en todas las áreas, pero sobre todo en uno mismo. En saber cúal es tu potencial. Un potencial que si desconoces correrás el riesgo de no desarrollar. 

No te dejes etiquetar, las personas no somos algo estático e invariable. Cambiamos continuamente. Los únicos límites reales para evolucionar hacia una persona madura y equilibrada te los pones tú. Esos límites solo existen si los dejamos instalarse en nuestra mente. Lucha por derribarlos y habrás ganado una de las batallas más importantes en tu vida.